21 de abril de 2008

INÉS

Inés revuelve en su bolso buscando el paquete de Kleenex. Por fin lo encuentra, saca un pañuelo y se limpia las lágrimas, negras por el rímel.

- Inés, cariño, no te lo tomes así, te lo dice de broma –dice Cristina mientras le acaricia con cariño el pelo.
- Jo, es que siempre está igual, siempre se pone a hacer bromas y no sé da cuenta de que llega un momento en que se pasa y hace daño.
- Sí, tienes razón, pero ya sabes cómo es. Siempre te hace rabiar y siempre te acabas enfadando.
- Lo sé, pero es que estoy harta, últimamente todo me sale mal –se queja Inés amargamente.
- Eso no es cierto. El otro día ligaste -le dice Cristina con un guiño.
- ¿Yo? ¡Ja! No sé con quién.
- ¿No te acuerdas de Carlos?
- ¿Tu amigo?
- El mismo. Le gustaste.
- ¿Yo? ¡Qué va, no creo! ¿Te ha dicho algo él? -pregunta Inés, intrigada.
- No, tía, pero le conozco, y cada vez que te miraba sonreía... de una forma especial.
- Que va, estás exagerando.
- Para nada. Y a ti también te gustó, te faltó tiempo para decir “¿es que no vas a presentarnos?” –se burla Cristina.
- De acuerdo –admite Inés ruborizándose-, hay que reconocer que es mono.

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