13 de mayo de 2008

ANGUSTIA

Me despierta el estruendo de un trueno retumbando en mi cabeza.

No sé dónde estoy. Tengo los ojos cerrados. Pero estoy mojado. No. Estoy empapado, calado hasta los huesos. Llueve, diluvia, y noto la lluvia golpear mi cuerpo. Siento frío. Estoy agachado, en cuclillas, abrazándome las piernas con mis brazos mientras la lluvia baña mi cuerpo, desnudo. Nada me cubre, nada me protege.

Oigo el sonido de la lluvia al golpearme, al golpear las hojas de los árboles, al caer con fuerza en los charcos. No se escucha nada más, ni un solo ruido. Nada.

Entonces intento gritar, pero tampoco puedo. Abro la boca, pero de mi garganta no sale ni siquiera un grito ahogado. Y lloro, lloro de rabia y de impotencia, porque soy incapaz de llorar con lágrimas. Estoy inmóvil.

Dentro de mí solo siento como si alguien hubiera metido la mano en mi cuerpo y me estrangulara el estómago, dificultando mi respiración.

Abro los ojos y veo dónde estoy. Es un minúsculo claro de un frondoso bosque. Estoy rodeado de árboles inmensos que impiden ver más allá, de frío, humedad y oscuridad.

Solo me acompaña la angustia de saberme así, solo, desprotegido, indefenso e inmovil.

1 comentario:

Lucía dijo...

Podrás estar angustiado, desprotegido, indefenso e inmovil... pero no estás solo.

Un beso